...Enrique Calduch, en su libro: El libro del vino Español, nos desarrolla el tema del clima y nos cuenta:
"El clima es otro factor que influye poderosísimamente en el desarrollo de la planta y la calidad del fruto. Para desarrollar la vid se necesita calor y sol.
Como la temperatura influye directamente en el proceso de maduración de la uva, los diferentes climas dan lugar a distintos vinos. La maduración es más rápida en las zonas más calurosas, lo que permite una mayor concentración de los azúcares de la uva. Sin embargo el frío produce el efecto contrario: retrasa la maduración y el fruto muestra parámetros de acidez más elevados, en detrimento de los azúcares que se transformarán en alcohol. Y, por supuesto, la insolación juega un papel fundamental: lo ideal es que los días nublados sean la tercera parte de los que la planta recibe el sol, sobre todo en las últimas fases de maduración, antes de la vendimia.
Existen más factores climáticos que resultan determinantes para la vid, como la lluvia. Lo deseable es la pluviosidad media, es decir, la que oscila entre 350 mm y 1000 mm por año, la propia de climas semiáridos o subhúmedos.
Si llueve mucho, los granos de uva se hacen más grandes para almacenar el agua y su sabor se vuelve insípido. Además, las hojas no evaporan suficientemente el agua, y la planta resulta mucho más fácil de atacar por las enfermedades.
Si llueve poco, la viña carece de agua, tiene una vida lánguida y se muestra vulnerable.
La humedad es igualmente importante. En principio la vid soporta bien una humedad relativa situada entre el 40 y el 70%. Curiosamente una gran amplitud térmica en el día a día, lejos de perjudicar, favorece la calidad del vino: las altas temperaturas diurnas le hacen ganar grado alcohólico, mientras que las bajas temperaturas nocturnas mantienen la acidez de la uva.
Todo esto, que resulta en principio muy complicado, lo resuelve la naturaleza por sí misma. Porque en cada zona se dan unas variedades de uva determinadas, perfectamente adaptadas a los climas existentes: el mediterráneo (el preferido por la viña), de inviernos y primaveras moderados y húmedos, seguidos de veranos y otoños cálidos y secos; el atlántico, más fresco, con lluvias abundantes y un alto grado de humedad, sobre todo en verano y otoño; y el continental, de escasas lluvias y grandes contrastes de temperatura entre el día y la noche.
La vid, en definitiva, es un ser vivo que se aclimata perfectamente a los variopintos y a veces caprichosos factores climáticos."
Salud!!!
Comments