AIRÉN: Es la primera por extensión de cultivo del país, una cepa muy resistente a la sequía y las enfermedades, que se da fundamentalmente en Valdepeñas y La Mancha, su lugar de origen. Hasta hace unos años no era una uva muy valorada, tanto por sus bajos rendimientos como por los procedimientos utilizados para su vinificación, que no ayudaban a extraer sus cualidades. Hoy en día las modernas técnicas de cultivo y elaboración hacen posible que de la Airén se produzcan vinos de color pálido, de aromas muy afrutados (plátano, pomelo), sabrosos, agradables y fáciles de beber, aunque, por el contrario, carezcan de cierta acidez y elegancia.
ALBARIÑO: Es la responsable de los famosos blancos que llevan su nombre en Rías Baixas, en Pontevedra, lugar donde se cultiva tradicionalmente en emparrado. Considerada por muchos como variedad autóctona, parece ser que esta uva llegó a Galicia en el siglo XII de manos de un monje del Cluny desde el Rin, a través del Camino de Santiago. Adaptada al microclima marítimo húmedo y templado de las rías, produce unos vinos extraordinariamente fragantes, de concentrada elegancia y finura. Los mejores albariños son de color amarillo-verdoso, con acusados aromas frutales y florales; resultan muy frescos en la boca, sabrosos y glicéricos, amplios y llenos e matices. En los últimos años las bodegas apuestan por su fermentación y crianza en barrica, con lo que ganan en complejidad.
GARNACHA BLANCA: De procedencia aragonesa, es una mutación de la Garnacha Tinta, de la que se diferencia en el color de la piel. Abunda en el Nordeste de la Península, y se da en la parte francesa de los Pirineos Orientales, donde es conocida como Grenache Blanc o Silla Blanc. Predominante en el Bajo Aragón, su influencia llega hasta Navarra y La Rioja (aquí bastante escasa), y se extiende por la provincia de Tarragona, sobre todo en Terra Alta, donde elaboran vinos blancos de mesa con aromas a fruta madura, pero alcohólicos y de baja acidez. Esta variedad forma parte de vinos
de postre de la D.O. Tarragona y del Priorato, pero en general la Garnacha Blanca da lugar a vinos bastante alcohólicos, poco aromáticos y de baja acidez, que sucumben fácilmente a la oxidación.
GODELLO: Es una de las grandes cepas blancas gallegas que en los últimos tiempos se ha recuperado para el viñedo autóctono, tras haber estado olvidada por culpa de la trágica plaga de la filoxera y las nuevas replantaciones con variedades de otras zonas. Se cultiva desde O Rosal, en Pontevedra, hasta Valdeorras, en Orense, y puede localizarse también en Betanzos y Verín, incluso en El Bierzo (dando lugar a los mejores blancos leoneses), pero su feudo es Valdeorras, en Orense. El clima singular del alto valle del río Sil, entre mediterráneo y atlántico, permiten a la Godello desarrollar todo su potencial. Gracias a ella los blancos presentan marcados aromas a frutas maduras, con un delicado y ligero toque floral. Son armoniosos, delicados, con adecuado equilibrio entre cuerpo y acidez, y muy ricos en matices.
MACABEO: Conocida también como Viura, prevalece en todo el norte de España y es mayoritaria en Cataluña, donde se utiliza (junto con la Xarel.lo y la Parellada) en la elaboración del cava. También se está cultivando en Madrid y La Mancha, para, mezclada con la Airén, mejorar el aroma de los blancos.
En Navarra y Aragón su cultivo es significativo. La Viura riojana se emplea en blancos monovarietales, vinos ligeros, más bien ácidos, que tradicionalmente se meten en barrica. En Cataluña, unida a la Parellada, da vinos frescos y ligeros, con tonos de manzana, y este mismo ensamblaje, en Conca del Barberá, resulta más denso y consistente, con cierta melosidad aromática.
MOSCATEL DE ALEJANDRÍA: Cepa absolutamente mediterránea, España es uno de los países donde más abunda, fundamentalmente en Valencia, Alicante, Canarias y Málaga. De inconfundible aroma que recuerda al de las
pasas, muy azucarada, protagoniza vinos dulces, a menudo mezclados con otras variedades.
A la misma familia pertenece la Moscatel de Grano Menudo, de bayas pequeñas como su nombre indica, que, sobre todo en Navarra, se manifiesta en dulces muy aromáticos, elegantes y frescos.
PALOMINO: También recibe el nombre de Jerez, Listán o Listán Blanco. Es la reina de los generosos andaluces, del fino y la manzanilla. Su limpieza de aromas permite producir una gama de matices secos almendrados y salinos, cuando se elaboran bajo el proceso de crianza biológica.
Fuera del marco andaluz en elaboraciones típicas de blancos (zonas de Galicia y las soleras de Rueda) resulta mediocre, neutra, ligera y con poco carácter.
PEDRO XIMÉNEZ: Reina en D.O. Montilla-Moriles y Jerez y se encuentra igualmente en Málaga y Valencia. Es la uva del sol, base de los finos, amontillados y viejos vinos cordobeses, y por supuesto de los dulcísimos vinos que llevan su nombre, los PX, que utilizan esta uva secada al sol. Su mosto, encabezado con alcohol y envejecido, es sumamente goloso, oscuro, concentrado y pasificado. De origen incierto y envuelto en la leyenda (se atribuye a un soldado de nombre Pedro Ximén, en la época de Carlos V) se implantó primero en Jerez, extendiéndose después a toda Andalucía. Hoy también se cultiva en Argentina, Chile y Australia.
SAUVIGNON BLANC: De nacimiento francés, llegó a España de la mano de un bodeguero de Rueda en los años 70, donde se cultiva con éxito. Su ensamblaje con la vallisoletana Verdejo produce magníficos vinos que se enriquecen con su carga aromática, frescura y verdor. Criada en barricas aumenta su complejidad y potencia su capacidad de guarda.
VERDEJO: Es la gran uva blanca castellana, casi exclusiva en Rueda, donde se plantó por primera vez entre los siglos XI y XII. Resistente al calor, el frío y la sequía, es una variedad de excelente calidad (de las mejores españolas) que produce vinos afrutados, aromáticos, elegantes y frescos, de gran persistencia. La versátil Verdejo se ha demostrado idónea en elaboraciones en contacto con la madera (fermentados o criados en barrica) que le otorga aromas y sabores más complejos.
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